Como ya sabemos, la celiaquía es una enfermedad autoinmune que afecta a diferentes sistemas orgánicos, cuya principal causa es el consumo del gluten. El gluten es una proteína que está presente en algunos cereales, como son el trigo, el centeno, la cebada, el kamut, la espelta y la escanda.
En el caso de la avena, su clasificación con o sin gluten crea bastante controversia. Lo que sí es cierto es que la principal la proteína de la avena es la avenina, por lo tanto, no debería afectar a las personas que sufren de celiaquía o de sensibilidad al gluten no celíaca. Lo que sucede, especialmente en España, es que el cultivo de la avena se desarrolla en campos cercanos donde se cultivan aquellos cereales que sí contienen gluten, lo que produce una contaminación cruzada, que puede afectar a ciertas personas, dependiendo del grado de celiaquía que sufran.
La buena noticia es que existen otros cereales que no contienen gluten, como son el mijo, el trigo sarraceno (o alforfón), la quinoa, el maíz, el amaranto, el arroz, el sorgo y el teff. Pero… ¿se pueden encontrar con facilidad estos cereales en el mercado? La respuesta es no, la realidad es que en el modelo de consumo actual, marcado por los grandes titanes de la alimentación, no incluye como alimentos básicos a estos cereales, que han estado presentes en la alimentación de nuestros antepasados como base alimenticia.
Los inconvenientes para aquellas personas que debemos consumir alimentos sin gluten son, primero, que el acceso a ellos no es fácil; segundo, que en la mayoría de las ocasiones, su precio es mucho más elevado de lo habitual en los mismos productos con gluten, y tercero, la mayoría de las veces son productos de dudosa calidad, como es el caso de los alimentos procesados, tipo galletas, bizcochos, panes, pastas, etc. En resumen, la celiquía es una enfermedad que se está tomando como una buena herramienta de «negocio» para las grandes empresas de alimentación.
Quiero hacer referencia en este artículo a la labor de investigación sobre este tema que estamos haciendo desde superationmentis.com, en la cual participo de forma activa junto con los psicólogos ecológicos, motivados por la necesidad de hacer cambios en nuestra forma de comprar este tipo de alimentos, ya que para muchas personas el consumo de cereales es la base de su alimentación. Eso implica que todo ciudadano debería tener la libertad y la posibilidad de comprar alimentos basados en cereales de buena calidad, libres de gluten y a precios razonables.
Cuando nos acercamos al mercado, y no encontramos una sección de productos ecológicos a un precio razonable, y tampoco opciones de cereales sin gluten, nos vemos obligados a buscar tiendas alternativas, herboristerías, ecotiendas, y otra clase de comercios para poder adquirirlos, lo que no siempre es fácil, no resulta económico y en ocasiones los productos no son de calidad.
Para poder generar un cambio en la industria alimentaria favorable al consumidor, lo primero de todo es tomar consciencia de que lo que nos están ofreciendo no nos vale y no lo vamos a comprar. Segundo, debemos exigir calidad y precios más equilibrados, esto se consigue de nuevo no comprando lo que nos ofrecen, y por último, buscar siempre la alternativa de ser cada día más autosuficientes, y con materia prima de calidad elaborar nuestros alimentos, siempre que se pueda. O sea, que debemos hacer ruido para que se nos oiga, en el buen sentido de la palabra: reclamar, sugerir, exigir calidad y variedad a precios razonables, y, sobre todo no seguirles el juego (no comprar).
Intuyo que estamos en un buen camino, como consumidores y promotores de un cambio en las estrategias comerciales, que lo único que hacen es enriquecerse a costa de un supuesto servicio a las personas celíacas, que no están cubriendo en absoluto. Esto no va a cambiar hasta que la industria deje de pensar como su primera prioridad en los beneficios económicos en vez suplir una necesidad pública, relacionada con el bienestar y la salud de un creciente número de personas.
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