Hoy le cedo la palabra a mi amiga Andrea, especializada en malabsorción de la fructosa, que nos trae información de primera mano sobre esta intolerancia, gracias a su conocimiento y experiencia en primera persona. Te invito a que te pongas cómodo, ya que es muy interesante lo que tiene que contarnos.
Aunque su diagnóstico está en pleno auge, esta malabsorción todavía sigue siendo algo sorprendente e inesperado. Nada más escucharlo, es fácil pensar que la fructosa está en las frutas y, por tanto, eliminándolas de la dieta está todo solucionado.
Sin embargo, esta intolerancia afecta a muchos más alimentos, como pueden ser el azúcar de mesa en grandes cantidades, los edulcorantes, y bastantes verduras.
¿En qué consiste la intolerancia a la fructosa?
La malabsorción de fructosa se produce cuando el intestino delgado no es capaz de absorber esta azúcar en su totalidad.
Una vez que comemos algo que contiene fructosa, el proceso normal es que ese alimento pase por el estómago, se descomponga, y esas sustancias lleguen al intestino delgado donde los transportadores que se encargan de ello harán que la fructosa (y los nutrientes en general) atraviesen las paredes del intestino hasta llegar a la sangre.
Pero, por distintas razones, en este caso no toda la fructosa lo consigue, por lo que la que no lo hace termina llegando al intestino grueso, y allí las bacterias la fermentan, dando lugar a distintos síntomas, como pueden ser pinchazos, gases, inflamación abdominal, diarrea o estreñimiento…
¿Cuál puede ser la causa?
Gracias a la investigación que se está haciendo del intestino y de su relación con el resto del cuerpo, las teorías estos años han cambiado y se va sabiendo cada vez más.
Al principio (y me refiero a hace 5-6 años aproximadamente en España) solo se pensaba que en las personas que lo padecían había un número menor de transportadores de fructosa por causas genéticas, o por una mala alimentación.
Actualmente se sabe que hay muchos más factores que influyen en esto, independientemente de la genética. La mayoría de las personas que presentan una intolerancia a la fructosa padecen SIBO (sobrecrecimiento bacteriano) y este es el causante de esa malabsorción.
Se trata de una colonización del intestino delgado por parte de bacterias que normalmente se encuentran en el intestino grueso. Al invadir esta zona, la alteran completamente y generan inflamación de las paredes intestinales, lo que hace que no se puedan absorber correctamente ciertos nutrientes (fructosa, lactosa, vitaminas…), o incluso que se rompan las uniones entre las células de las paredes, abriendo agujeros en ellas, y produciéndose permeabilidad intestinal, en la que las sustancias podrían “colarse”, entrar en contacto directamente con la sangre y dar lugar a alergias o enfermedades (incluidas las autoinmunes).
Esto nos indica que el SIBO no solo sería la causa de una intolerancia a la fructosa, sino también de otras intolerancias (como a la lactosa) o de determinadas enfermedades que antes no se relacionaban con el intestino, como pueden ser la dermatitis o las migrañas.
Hay diversas razones por las que puede aparecer un SIBO, pero me gustaría destacar que, en muchos de los casos que me llegan a la consulta, la causa parece ser la dieta que tenían en el pasado. Una alimentación basada en productos precocinados, refrescos, bollería industrial y demás, desequilibra la flora intestinal sin lugar a dudas.
Y, por supuesto, la relación entre el intestino y las emociones es muy importante. Si el estrés o situaciones no resueltas están ocupando nuestra mente, el intestino reacciona, pues está conectado con el cerebro y lo afecta muy directamente.
De ahí, la importancia de aprender a gestionar las emociones, a lidiar con el estrés y de realizar ejercicio físico, aparte de tener una dieta saludable, para que cuerpo y mente estén en orden y no repercutan en el intestino, ese órgano desconocido que todavía tiene mucho que contarnos.
Por Andrea Torres de la tienda on line productos para todos Amali.
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