Muchos nombres, una misma legumbre

En España la conocemos como judía o alubia, y puede ser roja pinta, blanca o negra. En Argentina, Chile, Panamá y Uruguay la llaman poroto, del vocablo quechua porutu. En Cuba, Perú, México, El Salvador, Guatemala y Honduras se le denomina frijol, que viene del leonés fréjol. En el Caribe y Andalucía es habichuela, diminutivo de haba, que proviene del latín faba. En Venezuela se le llama caraota.

La judía, poroto o frijol es una semilla comestible del género Phaseolus, originaria de América, cuya vaina tienen varias semillas en su interior. Tanto el fruto como las semillas son comestibles.

Esta legumbre comenzó a cultivarse hace más de 8.000 años en Perú y también en el sur de México. De aquí el dicho que existe en Chile, de: “Eres más antiguo que los porotos”. Por toda América los nativos cultivaron frijoles de muchas variedades de colores, aunque en los Andes se destacaron por cosechar semillas de colores más vivos y brillantes.

Judias, Alubias

Los incas guardaban los frijoles en bodegas que construían para almacenar sus alimentos, junto con el maíz, el chile, la quinoa, la chicha y muchos otros. Todos estos alimentos los repartían dándole a cada uno lo necesario.

En varios países americanos existe la expresión “ganarse los porotos / frijoles”, que quiere decir ganar el sustento o lo necesario para poder vivir. También se usa la expresión “te ganaste un poroto”, que significa que alguien acertó o realizó de manera exitosa o creativa alguna actividad.

Y después de recordar un poco de historia y divertidas curiosidades relacionadas con esta legumbre, quiero comentar que las judías o alubias son consideradas como una excelente fuente de nutrientes para el ser humano. Por su contenido en aminoácidos de calidad, resultan un excelente alimento en dietas vegetarianas y veganas, y son muy buenos reguladores del tránsito intestinal, pues debido a su alto contenido en fibra dietética, activan el buen funcionamiento del intestino. Constituyen, además, una fuente importante de energía en la dieta y hacen un significativo aporte de vitaminas y micronutrientes esenciales. Ayudan a mantener en plena forma al corazón, ya que controlan los niveles de colesterol y azúcar en sangre, y el hierro que contienen también influye en la estimulación del metabolismo.

Las legumbres son ideales para consumirlas durante el otoño e invierno, como platos de cuchara, aunque durante los meses de verano también se preparan ricas y refrescantes ensaladas con judías. En los países de América las consumen todo el año y en dependencia del país y su gastronomía, pueden formar parte de ensaladas variadas o ceviches; servir de relleno a tortillas de maíz, arepas y empanadas, y comerse en potajes, o combinadas con arroz, a manera de guarnición.

¡Qué bien nos va a sentar un buen potaje de judías después del fresquito que nos ha dejado Filomena!

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