Hablar de libertad en la actualidad se ha convertido en un tema controvertido, en el cual yo no tengo ninguna intención de profundizar. En este artículo me voy a referir a la libertad para elegir una alimentación natural, es decir, sana, consciente y sostenible para todos.
Mi deseo personal y propósito profesional a través de mi proyecto Jardín de Luna “Cocina Bio” es compartir mis años de formación y experiencia en la cocina natural y ecológica, con el fin de que las personas vayamos ganando la “libertad” para realizar fácilmente un cambio de rumbo hacia una alimentación sana, más consciente y sostenible.
¿Qué es una alimentación sana, consciente y sostenible? Creo que definirlo es lo mínimo que puedo hacer, pues para acompañar o inspirar a otras personas a través de nuestra experiencia debemos ser lo más claros y transparentes posibles.
Una alimentación sana, para mí, es aquella que se basa en alimentos reales, naturales, reduciendo al mínimo los procesos que puedan cambiar su estado integral, su biodisponibilidad y calidad. Alimentos que no contienen aditivos, químicos tóxicos ni ingredientes refinados y perjudiciales para la salud, como la azúcar blanca, sal refinada, glutamato monosódico, grasas saturadas y trans, etc.
Alimentación consciente es un término amplio y profundo que engloba muchos factores, pero para sintetizarlo de forma comprensiva, te diré lo que significa para mí. Se trata, ni más ni menos, de poner atención a lo que realmente necesita el cuerpo a lo largo de nuestra vida. Hay que pensar que somos energía y movimiento, y estamos sujetos a constante cambio y evolución, lo que implica que debemos ir adaptando nuestra alimentación para estar saludables y equilibrados en las diferentes etapas de nuestra vida.
La alimentación consciente también tiene que ver con “qué cómo”, los ingredientes que elijo para alimentarme. ¿De dónde vienen y cómo fueron cultivados? ¿Con que intención los cocino? ¿Cuándo elijo comerlos? Si estoy comiendo con hambre real o es hambre emocional, si soy consciente de que el acto de comer es precisamente la única forma que tengo de nutrir mi cuerpo. Y, por lo tanto, debo ser cuidadosa con el momento que escojo, el lugar, y si estoy dispuesta a estar presente única y exclusivamente “comiendo=nutriendo las células”. Y, por último, y no por ello menos importante, ¿soy consciente de que si tengo una masticación adecuada digeriré un alto porcentaje de los alimentos que me coma y, por lo tanto, se realizará una buena absorción de sus nutrientes?
La sostenibilidad es otro concepto que engloba diferentes matices, y nos daría para hablar largo y tendido. Para adecuarlo a este artículo, lo voy a resumir centrándome en el consumo responsable y respetuoso, tanto para nosotros, como para el planeta. Partiendo de la base de que estamos sobrealimentados, es decir, que comemos mucho más de lo necesitamos, lo importante es que busquemos el equilibrio entre necesidad y placer, considerando el impacto que genera nuestra alimentación en el ambiente, en otras personas, animales, y en nuestra propia salud. Además, debemos tener en cuenta, al alimentarnos, no movernos exclusivamente en el placer de disfrutar de la comida de forma continuada en el tiempo, sino ir equilibrando y buscar la sostenibilidad en general en nuestros hábitos alimenticios.
Ya para terminar, me refiero a libertad, el derecho intrínseco del ser humano a decidir con absoluta independencia a partir de un conocimiento consciente de cómo quiere actuar, a pesar de las influencias mediáticas a las que pueda estar sometido.
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